En esa simple frase se recoge el argumento de la burguesía en todas sus vertientes (Liberalismo Libertario, Liberalismo, Keynesianismo, Socialdemocracia, Social-Liberalismo) para hacernos creer que el capitalismo es la única opción. En todo caso, podemos intentar mejorarlo, como propone la socialdemocracia o los social-liberales, pero ya está. El capitalismo es insustituible e imperecedero.
“El capitalismo puede tener sus fallos”, afirman los pseudosocialistas enmascarados bajo las siglas de Socialista y Obrero, “pero para eso estamos nosotros aquí, para que cada cuatro años nos elijáis democráticamente y, desde el poder y nuestros cómodos asientos, mejoremos dicho sistema mediante el incremento de las ayudas sociales y mayor cobertura social”.
No se trata de que el capitalismo tenga fallos, sino de
que es, por su naturaleza, un sistema injusto. La acumulación del
capital es hoy más fuerte que nunca. Unas pocas y privilegiadas
manos acaparan el capital que es producido gracias a la fuerza de
trabajo de la mayoría de la población. La plusvalía es un robo, un
descarado e injusto robo que desposee al trabajador de lo que es
fruto de su trabajo.
Los liberales pretenden hacernos creer que la plusvalía
es simplemente la consecuencia de un libre contrato entre el
empresario y el trabajador. ¡Qué hipocresía! Lo dicen como si el
trabajador tuviera mil y una opciones a las que elegir. ¡Como si el
trabajador quisiera que le quiten parte de su sueldo para que se lo
engrosen en sus bolsillos y se compren más yates! Pero no voy a
mentiros, claro que el trabajador tiene muchas opciones, pues puede
elegir si le roba esta empresa, o si le roba aquella…
En definitiva, el trabajador no tiene otra
alternativa que la de vender su fuerza de trabajo a un empresario. Es
la única opción que tiene para sobrevivir en este materialista
mundo en el que el dinero es lo esencial.El capitalismo es un sistema que se mueve por el interés individual. “Cada uno mira por su lado y ello trae consigo el beneficio general”, argumentan los liberales. Pero creo que está más que claro que eso no es así. Solo hay que mirar a nuestro alrededor, y observar cómo ese beneficio individual se ha quedado en esas pocas manos y no ha beneficiado a la sociedad. Cómo mientras unos pocos bucean entre billetes y despilfarran dinero exageradamente, muchos otros hurgan en la basura para buscar algo que darles de comer a sus hijos.
Iósif Stalin, el viejo tirano. |
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