jueves, 6 de diciembre de 2012

Hoy más que nunca, socialismo o barbarie

El Marxismo ha fracasado. Es una ideología obsoleta. Su aplicación ha llevado a muchos países al totalitarismo, a la corrupción, a la represión de la libertad ideológica y religiosa, a la esclavización y al culto al líder, mediante la imposición de la ideología única, fomentada por el partido único y controlada por la policía política”.
En esa simple frase se recoge el argumento de la burguesía en todas sus vertientes (Liberalismo Libertario, Liberalismo, Keynesianismo, Socialdemocracia, Social-Liberalismo) para hacernos creer que el capitalismo es la única opción. En todo caso, podemos intentar mejorarlo, como propone la socialdemocracia o los social-liberales, pero ya está. El capitalismo es insustituible e imperecedero.
El capitalismo puede tener sus fallos”, afirman los pseudosocialistas enmascarados bajo las siglas de Socialista y Obrero, “pero para eso estamos nosotros aquí, para que cada cuatro años nos elijáis democráticamente y, desde el poder y nuestros cómodos asientos, mejoremos dicho sistema mediante el incremento de las ayudas sociales y mayor cobertura social”.
No se trata de que el capitalismo tenga fallos, sino de que es, por su naturaleza, un sistema injusto. La acumulación del capital es hoy más fuerte que nunca. Unas pocas y privilegiadas manos acaparan el capital que es producido gracias a la fuerza de trabajo de la mayoría de la población. La plusvalía es un robo, un descarado e injusto robo que desposee al trabajador de lo que es fruto de su trabajo.
Los liberales pretenden hacernos creer que la plusvalía es simplemente la consecuencia de un libre contrato entre el empresario y el trabajador. ¡Qué hipocresía! Lo dicen como si el trabajador tuviera mil y una opciones a las que elegir. ¡Como si el trabajador quisiera que le quiten parte de su sueldo para que se lo engrosen en sus bolsillos y se compren más yates! Pero no voy a mentiros, claro que el trabajador tiene muchas opciones, pues puede elegir si le roba esta empresa, o si le roba aquella…
En definitiva, el trabajador no tiene otra alternativa que la de vender su fuerza de trabajo a un empresario. Es la única opción que tiene para sobrevivir en este materialista mundo en el que el dinero es lo esencial.
El capitalismo es un sistema que se mueve por el interés individual. “Cada uno mira por su lado y ello trae consigo el beneficio general”, argumentan los liberales. Pero creo que está más que claro que eso no es así. Solo hay que mirar a nuestro alrededor, y observar cómo ese beneficio individual se ha quedado en esas pocas manos y no ha beneficiado a la sociedad. Cómo mientras unos pocos bucean entre billetes y despilfarran dinero exageradamente, muchos otros hurgan en la basura para buscar algo que darles de comer a sus hijos.
Iósif Stalin, el viejo tirano.
No, no es el marxismo el que ha fracasado. Lo que ha fracasado es el capitalismo. Ya hizo temblar el mundo en 1929, y ahora los pseudosocialistas de la ceja pretenden hacernos creer que con su ayuda puede ser reformado y mejorado. Yo les pregunto, ¿cómo vamos a mejorar lo que está ya más que muerto? Pero en cambio, el marxismo no ha muerto, está más vivo que nunca. Es la única alternativa real y eficaz frente al capitalismo gore que amenaza la supervivencia del planeta y la dignidad de las personas. Lo que si hay muerto es el “marxismo-leninismo” y demás palabrería absurda que pretende dar un nombre atrayente y guay a una de las mayores barbaries que ha acontecido el siglo XX.

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