Entrevistamos a Itziar Ziga
con motivo de la publicación de su último libro “MALDITAS. Una estirpe
transfeminista”. Es uno de los nombres más importantes en los feminimos jóvenes y los transfeminimos que
nadan contra corriente en el Estado Español. Ha publicado tres libros de gran
repercusión dentro y fuera del movimiento o movimientos como “Devenir Perra,” “Un
zulo propio” y “Sexual Herria”. Hablamos con ella con el motivo de la llegada a
las librerías este otoño-inverno de su último libro “MALDITAS Una estirpe
transfeminista” (Editorial Txalaparta, 2014)
que acaba de presentar en la feria del libro de Durango.
Por Eduardo Nabal
Hay libros que son como bocanadas de aire fresco pero aún siguen
causando encendidos debates. Uno de ellos es “Devenir perra”. ¿Necesitamos airear el panorama en medio de
tanto ensayo seudoacadémico, en ocasiones, repetitivo o alejado de la sociedad?
Itziar Ziga: Suelen
decirme que mis libros se leen muy rápido y que casi se puede escuchar mi voz. Soy muy directa,
incluso concisa. En la facultad de periodismo trataron de inculcarme el credo
de la objetividad, o lo que es lo mismo, las técnicas para dar la versión del
poder como si fuera imparcial. Me juré que siempre escribiría dejando claro
desde donde y para quién.
La autobiografía como provocación. Un género con mucha historia. En
“Malditas” nos hablas de una serie de mujeres que empiezan a ser reconocidas
pero que han estado proscritas, no solo de la historia heteropatriarcal, sino
también de ese “feminismo que llegó al
poder”, de un origen social distinto y donde incluyes nuevas realidades
personales o incluso corporales ¿Qué tienen en común todas ellas y que es lo
que las diferencia?
I.Ziga: De ocho malditas, seis
han pasado por los calabozos y una fue esclava. Todas ellas mujeres de acción.
Sin que importe si fueron identificadas como hembras en el paritorio, para algo
afirmó Simone de Beauvoir en 1949 que no se nace mujer, se llega a serlo es
decir, a funcionar como socialmente debe funcionar una mujer. En el caso de las
malditas feministas, a disfuncionales, aunque no sólo en el engranaje de
género. Las guerreras de mi libro dislocaron todas las máquinas: la
heteropatriarcal, la colonial, la capitalista,...
Al leerte uno se encuentra con
reflexiones inteligentes sin dejar de
ser increíblemente sinceras. Algunas de estas mujeres se jugaron, a mi
entender, demasiado, aunque lo hicieron cómo y por lo que creían. Es curioso que feministas de anteriores
generaciones tengan cierta resistencia a oír las voces jóvenes cuando a ellas
les ha ocurrido y les sigue ocurriendo lo mismo en determinados foros.
I.Z: Cierto descoloque
intergeneracional es inevitable, hasta yo me interdescoloco conmigo misma, pero
he ido comprendiendo que las que persisten en rechazar el ansiado relevo
defienden su pequeño trono. Y el feminismo es por encima de todo destronante,
como todo movimiento radical.
Planteas
cuestiones en el candelero, mas en los tiempos socioeconómicos y
narco-políticos en los que vivimos donde lo oficial, al menos en este país, se
ha convertido en una farsa en toda regla. ¿Crees que para mantener un discurso
lúcido o servir realmente a una lucha o a un grupo hay que superar heridas o
estas forman parte de la trayectoria personal e intelectual de una persona más o menos concienciada y/o activista?
I.Z: Superar el daño infringido por unas
oligarquías que siguen dominando no sólo es imposible, sino también paralizante
y descabellado. El problema es que la mayor parte de violencias que sufrimos en
nuestras vidas, la policial, la machista, la capitalista, son estructurales y
no cesan. Hay que seguir teniendo muy claro quién es el enemigo.
Muchas
de las mujeres de las que hablas pertenecen al mundo anglosajón aunque no
todas. ¿Crees que el activismo transfeminista por estos lares (tú hablas del
caso de Laura Bulgaho) es algo nuevo o solo empieza a ser visible
dentro de otras luchas sociales, teniendo ya una larga trayectoria?
I.Z: La selección de malditas fue
automática, ellas son como mis amigas invisibles desde hace años. Me las fui
encontrando en los libros y en las narraciones de otras y sus hazañas me
enaltecieron para siempre. No he tratado de abarcar diversidad ni totalidad
alguna con ellas. Aunque bastarda, soy hija del feminismo occidental y blanco.
Claro que no es casualidad que todas ellas nacieran en Europa o en Estados
Unidos cuando guerreras imprescindibles hubo, hay y habrá en cualquier rincón
del mundo. Yo he hecho una lectura transfeminista de sus vidas porque todas
ellas han combatido radical y desbocadamente todas las opresiones, no sólo la
de género. ¿Qué decir de Laura Bugalho? Esa sindicalista galega transexual que
ha denunciado diecinueve mafias institucionales, que ha tocado tanto los huevos
al sistema que tramaron un vendetta a modo de montaje policial para acabar con
ella. En primavera se celebrará el juicio, allí estaremos.
La gente
más joven suele confiar mucho en Internet como herramienta sociopolítica, así
hablando en general. ¿Crees que eso del ciberfeminismo tiene algo de discurso
acomodaticio o, al contario, responde a
realidades nuevas?
I.Z: Las redes sociales son interesantes
para conectarnos entre nosotras, pero
discutir compulsivamente con idiotas que, a la ligera, nos llaman femi-nazis
para mí no es verdadero activismo. No tengo facebook, soy demasiado bocazas y
la adolescencia ya pasó, afortunadamente. Pero, sobre todo, detestaría tener
una voz sobredimensionada en un movimiento que debe seguir siendo horizontal y
descabezado y en mis libros ya opino suficiente. Creo por encima de todas las
cosas en el feminismo comunitario. Por otro lado, me asusta que la red confunda
cada vez más la información, a veces cuesta horrores dar con el dato verdadero
de hechos constatables. Y eso es muy bueno para que acabemos dudando de todo y
decidamos no actuar. Sigue habiendo cosas que sólo están en las calles,
afortunadamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario