TODOS
SE VAN: WENDY SE QUEDA
Aunque
su título lo sugiera “Todos se van” no es una historia sobre la
fuga de cerebros en la Europa de nuestros días, o de eso que llaman
“movilidad exterior” nuestros eufemísticos gobernantes. “Todos
se van” es el título de uno de los primeros libros de Wendy
Guerra, rescatado y reeditado por Anagrama en su colección de
literatura en castellano (Narrativas Hispánicas) . Wendy Guerra que
ha sorprendido con su última novela formalmente nada convencional
“Negra”- donde mezcla sexualidad, recetas de cocina, recetas del
pasado y formas de santería- representa una nueva generación
dentro de la narrativa comprometida de la Isla. Una voz femenina y
feminista sobre la lucha por la autenticidad, el amor, la libertad y
la supervivencia siempre desde la subjetividad, en este caso
autobiográfica, de la autora y esas mujeres u hombres que para bien
o para mal la han acompañado en un periplo histórico y geográfico
en el que se ha visto inmersa como en una marea de salvajes
contradicciones que rodea la isla y también las letras cubanas.
“Todos se van” es una narración poética bajo la forma y el
fondo de un diario personal e íntimo de los ocho a los veinte años
de la autora, Nieve (Wendy Guerra). Si en “Negra” sorprendió la
soltura y el enorme vocabulario con el que cuenta un viaje de Cuba a
Europa sin perder raíces culturales y sin abandonar en un camino
lleno de espinas y personajes curiosos, en “Todos se van” Guerra
nos introduce de lleno en su primera vida familiar, vista, al
comienzo, desde el punto de vista de una niña superada por el
desgarro de la separación de sus progenitores, la violencia
soterrada o no y los cambios que se producen, de otra forma, en la
sociedad cubana, todavía patriarcal y algo centrada en mitos y
héroes. Ficción y autobiografía como provocación se dan la mano
en la última joya de esta autora. “Todos se van” ha sido
recientemente llevada al cine por Sergio Cabrera (“La estrategia de
caracol”) pero nos muestra, sobre todo, la literatura como forma de
exorcismo y como un arma contra el olvido histórico y la soledad de
una chica en un entorno alternativamente mágico, acogedor u hostil.
La primera edición del libro obtuvo varios premios. La distancia no
le ha quitado vigencia, más bien al revés. Sin llegar a la
experimentación cercana a la literatura feminista de su inolvidable
“Negra” (también editada recientemente por Anagrama), el diario
de “Todos se van” oculta bajo su aparente ingenuidad un retrato
poco complaciente no solo de la familia de la autora sino también de
esa Cuba desorientada en la que creció, también, desorientada,
donde reclaman su voz las minorías sexuales, las mujeres en general,
las formas diferentes de concebir el hecho religioso y las formas de
hacer política.. Sorprende la facilidad con la que con pocos
elementos Guerra entrelaza historias, aromas y recuerdos, cautivando
a un lector que muchas veces no conoce a las verdaderas nuevas voces
de la literatura latinoamericana de nuestros días , sin nada que
envidiar a la literatura escrita por mujeres y con mujeres en Europa
o EEUU, como Amelie Nothob o Alice Munro. Guerra vive en los
escombros de un sueño que todavía produce efectos contradictorios
entre el militarismo y el ensueño, la magia y la prosa de una gris
cotidianeidad. Todos se van” es un viaje real y ficticio,
biográfico y dolorido, irónico y lúcido, que sabe a realidad, un
periplo en el que merece la pena embarcarse.
Weddy Guerra |
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