lunes, 12 de noviembre de 2012

La bollera radical




Tradicionalmente la mujer ha estado subordinada al hogar y sus complicadas tareas, como si lo llevara intrínseco en sus genes. Aunque está más que claro que esto no es más que una construcción social, construida y fortalecida a lo largo de muchos años de dominio masculino. El amplio campo de la masculinidad (ejército, caza, deporte, forma de vestir [trajes de chaqueta, corbata...], presencia continua en los bares...) ha sido de uso exclusivo para los varones, mientras la mujer debía ocuparse de lo que le concierne como mujer, como elemento femenino.

Drag Kings, marimachos, tortilleras, bolleras o simplemente Desafiadoras del género.
La situación de la mujer ha mejorado considerablemente en lo que a la legalidad se refiere. Por ejemplo, hay igualdad de sexos ante la ley.
Pero en cuanto a lo social, hay una intención tradicionalista y conservadora inscrita en la moral de muchas personas que pretenden que el ideal de la chica buena, femenina, atenta, callada y seductora pero no guarra, perviva por lo años.


Si realmente queremos acabar con la opresión machista y hetero-patriarcal hay que atacar a las instituciones que sustentan dicha moral. Para que la mujer se libere debe darse la revolución sexual, la revolución de la moral y la revolución social.
Entonces, la mujer pasará de ser el objeto sexual del hombre a ser lo que a ellas les apetezca ser sin temer al qué dirán.
Una bollera radical o Drag King
Jugarán al fútbol, vestirán con ropa ancha, se raparán la cabeza, se afeitarán el bello facial, no se depilarán, no harán caso de la industria de la estética y sus absurdos productos, y como no, disfrutarán de su vida sexual tanto como quieran..
Será, como dijo la activista queer y escritora Itziar Ziga, las mujeres que devienen perra, y no tendrán sentimiento alguno de culpa por disfrutar de la sexualidad tal como quieran.
Pero para la moral predominante, el hecho de que la mujer se liberalice y ocupe el espacio social masculino es un peligro ya que, en consecuencia, estará en peligro la idea de la señorita femenina, que será sustituido por el de la bollera radical, la cual no da explicaciones de sus actos a nadie. Sin embargo, esta bollera de cabeza rapada, pelos en los sobacos, ropa ancha y frecuente jugadora de fútbol y otros deportes masculinos, es la única esperanza que tiene la mujer para liberalizarse, porque este ideal de la feminidad es un ideal construido para atarlas al hogar, a los hijos y a la maternidad, dejando de lado el disfrute de su vida y sexualidad.

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