ENTREVISTA
AL ACTOR ALEXIS MUIÑOS WOODWARD
Por Eduardo Nabal
Alexis
Muiños Woodward nace en 1981 en Rosario, Argentina. Desde muy joven
se acerca a la actuación. Actúa en varias obras en Rosario para
luego volcarse a la música, la performance y las artes visuales. Más
tarde retoma su interés por el teatro y escribe y dirige su primera
obra, “Fuegos”. Luego escribe su segunda pieza teatral, “5to.
Tarde”, que es dirigida por una reconocida directora local y aún
sigue en cartel. Actualmente actúa en la obra “Desmonte” que es
parte de la programación del Teatro Nacional Cervantes.
Hola
Alexis. Nos puedes contar algo de tu recorrido como actor en
diferentes medios hasta llegar a “Desmonte” que ya podemos ver
en el Teatro Nacional Cervantes
Alexis
Muiños Woodward: De
chico solía actuar solo en el living de mi casa, improvisaba
situaciones y actuaba muchos personajes incluso de diferentes
géneros. Me gustaba armar historias y generalmente eran bastante
dramáticas pero me resultaban muy divertidas de representar aunque
claro que el público en ese momento no existía, era todo puro
juego… Después, a los 15 años comencé a tomar clases de teatro y
realicé varias muestras hasta que a los 24 actué en mi primer obra
de teatro, “De nuevo la furia”. Seguido a eso actué en otra obra
llamada “Fingido” con el mismo director de “Desmonte” pero
hace diez años… Luego de esa obra me alejé un tiempo del teatro y
exploré la performance, el canto y el video, escribía mis propias
canciones, las grababa y las interpretaba en vivo en espacios
nocturnos o artísticos. Incluso Bruce LaBruce llegó a compartir y
recomendar dos de mis videoclips en sus redes sociales, lo cual fue
muy excitante para mí porque es uno de mis cineastas favoritos.
Participé de una muestra de arte muy importante en mi ciudad con una
video-instalación bastante provocadora y radical que me valió muy
buenas críticas pero, así y todo, no me terminaba de entusiasmar el
medio de las artes visuales. Así que decidí volver al teatro como
quien vuelve a un hogar que abandonó para irse de viaje por un
tiempo, retornando a ese lugar que sentía me era mucho más propio.
Fue entonces que decidí realizar un taller de dramaturgia y escribí
y monté mi primera obra llamada “Fuegos”. Uno de los actores
dejó la obra y opté por reemplazarlo yo mismo. Después una
reconocida directora local (Romina Mazzadi) me ofreció la
posibilidad de escribir un texto para su clínica de teatro y fue así
que surgió mi segunda obra que aún sigue en cartel y se llama “5to.
Tarde”. A partir de un reencuentro con Leonel Giacometto que es el
director de “Desmonte” surgió la idea de sumar a otro actor
(Juan Manuel Medina) para armar un nuevo espectáculo. Comenzamos a
reunirnos semanalmente para improvisar y encontrar situaciones que
puedan ir tramando una historia. Así se fue gestando esta obra que
también se fue escribiendo más en los cuerpos y las actuaciones que
en el papel ya que no hay un texto definitivo aunque la historia si
lo es.
Has
combinado diferentes facetas de la creación como actor, director,
dramaturgo… ¿Dónde te sientes más a gusto y que facetas te
gustaría explorar más?
Alexis
Muiños Woodward: Todas tienen algo maravilloso pero sin lugar a
dudas la actuación es la más excitante ya que uno pone el cuerpo en
escena y es un lugar de mucha exposición y responsabilidad. Se
experimentan muchas emociones y no es algo tan mental como la
dramaturgia y la dirección, sino más bien físico. Hay una
transformación constante del cuerpo y la energía que se repite con
cada nueva función. Es también más un trabajo de grupo, mientras
que el procedimiento de la dramaturgia se vive en soledad y la
dirección implica cierta distancia con los actores como para poder
lograr ese lugar de autoridad que necesita imponer el director para
llevar adelante un proyecto. Me interesa mucho seguir explorando en
todas ellas aunque al momento de actuar siento que lo ideal es ser
observado y dirigido por un tercero ya que es muy difícil poder
tener una mirada crítica y aguda para consigo mismo desde adentro de
la propia escena. De todas maneras, me siento muy a gusto en
cualquiera de esos roles y los disfruto mucho aunque a veces cuando
algo no sale como espero también me obsesiono y me angustio pero es
parte del proceso creativo sea cual fuere la actividad que uno
desarrolla.
¿Cuándo
preparáis una obra como “Desmonte”, con temática gay o no,
sabéis más o menos el público que puede asistir a vuestras
representaciones? Es decir ¿tenéis un público fiel? Háblanos de
la compañía de la que formas parte y también de la complejidad de
este espectáculo de dos actores.
Alexis
Muiños Woodward: La temática gay fue apareciendo sola con el correr
de los encuentros y ensayos, pero igualmente lo gay es algo que
atraviesa a la obra, no tanto como finalidad sino como color que va
tiñendo junto con otros las escenas. No es una obra militante sino
más bien crítica, intentamos corrernos de una mirada unívoca de la
“homosexualidad” para estallar los posibles sentidos y construir
un relato sincero pero a la vez crudo y visceral, alejado de cierta
moralidad y conservadurismo que abundan hoy en día en los diferentes
modos de representar lo “gay”. Con respecto al público no lo
definimos de antemano, creemos que haciendo la obra de la forma más
personal posible irá encontrando así el propio público que se
identifique con esa mirada. No somos una compañía sino un grupo que
se reunió específicamente para montar esta obra. Juan Manuel Medina
y yo fuimos aceitando el vínculo en escena con el correr de las
improvisaciones y ensayos bajo la atenta y aguda mirada de Leonel
hasta lograr una química muy intensa que nos permitió abordar las
escenas más increíbles y complejas con absoluta seriedad y
dramatismo. Evitamos así caer en un registro paródico que se
prestaba para este tipo de material en el que cada uno de nosotros
interpreta a dos personajes totalmente disímiles entre sí, tanto
por su clase social como por su lenguaje corporal y oral. Por otro
lado, también era un desafío tejer una historia a partir de dos
hombres en un espacio vacío, sin escenografía, sin otros recursos
más que la actuación y el vestuario. La idea era además abordar el
universo masculino desde la mayor cantidad de posibilidades que se
nos ocurran, siendo que generalmente se lo entiende como un
territorio más yermo en emocionalidad que el de lo que se considera
como “lo femenino”.
-Tú
hablas de escribir las obras según se crean. Es una forma muy lógica
de pensar lo escénico pero supongo que al mismo tiempo supone un
esfuerzo distinto a representar una obra ya escrita o el guion de un
cortometraje
Alexis
Muiños Woodward: Sí, como explicaba recién, el proceso parte en
ese caso de la acción como precursora de la palabra, es el cuerpo el
que va escribiendo hacia afuera y hacia adentro los signos que van
organizando el sentido de lo que en un principio aparece muy caótico
y anárquico pero que con el transcurrir de los encuentros se va
ajustando sobre sí mismo y encontrando un cauce natural por el cual
discurrir y generar algún tipo de sentido o relato desde la
fragmentación y el rejunte de las partes que conforman esa suerte de
espejo estallado. Si bien valoro la forma tradicional de
representación a partir de un texto que la precede encuentro a esta
manera de crear más libre, desafiante y estimulante al no estar
condicionada ni guiada por una pieza escrita que marque un rumbo o
lectura determinada sobre el accionar de los actores en el espacio
escénico.
¿Crees
en la dimensión sociopolítica del teatro en el que participas? Y
¿Cómo ves el futuro de tu país en este sentido?
Alexis
Muiños Woodward: Totalmente, no concibo la idea de hacer teatro si
no es como medio para manifestar algún tipo de crítica o mirada
incisiva sobre el mundo contemporáneo, y dado que el capitalismo y
sus modos de crear subjetividades se ha expandido por todo el
planeta, cualquier expresión local terminará siendo de carácter
universal. En ese caso “Desmonte” aborda la cuestión del dinero
y su feroz intromisión en todos los órdenes de la vida, atravesando
todas las clases sociales que se ven enfrentadas en la escena y
reunidas a su vez en el mismo cuerpo de cada uno de los actores que
interpreta dos personajes opuestos desde lo social pero que
claramente se ven igual de sometidos y contaminados por la lógica
del capital. Es una obra profundamente crítica y política pero sin
maniqueísmos o miradas redentoras, sino más bien con una impronta
que intenta visibilizar el extremo grado de penetración que el
sistema económico-cultural ha perpetrado sobre todos los cuerpos. El
futuro del teatro debe seguir forjándose en ese campo de batalla,
luchando contra la lógica imperante y unidimensional que niega
justamente la dimensión espiritual y potencialmente transformadora
del ser humano. En ese sentido, tanto en mi país como en el mundo
entero entiendo al teatro como un arma revolucionaria para crear
nuevas subjetividades que pugnen por conquistarle al poder económico
su actual y brutal hegemonía. Cuánto más se profundicen y
sofistiquen los modos de represión y dominación más deberá
radicalizarse el teatro en su capacidad e intención de revelar esos
mecanismos perversos de la realidad a través de sus ficciones que
deben irradiar de forma seductora y casi mística la potencialidad de
una real transformación total de la humanidad.
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