El caso de los niños desaparecidos de
Córdoba, Ruth y José, ha conmocionado a millones de personas. Nadie
se explica cómo puede una persona llegar a hacer algo así, como un
padre puede acabar con las inocentes vidas de sus hijos.
Al conocer este terrible caso, todos hemos pensado en lo que el ser humano es capaz de hacer. De lo frío, violento, y tirano que puede llegar a ser.
Al conocer este terrible caso, todos hemos pensado en lo que el ser humano es capaz de hacer. De lo frío, violento, y tirano que puede llegar a ser.
Aunque hay otros muchos casos de
violencia muy presentes en el mundo, pero que sin embargo, nos son
totalmente ajenos.
En esos otros casos hay niños que mueren y respetados señores que los matan de una forma muy sutil y discreta que no está penada ni castigada, pues atiende a las reglas del libre mercado.
En esos otros casos hay niños que mueren y respetados señores que los matan de una forma muy sutil y discreta que no está penada ni castigada, pues atiende a las reglas del libre mercado.
Ruth y José son
dos víctimas. Dos víctimas inocentes de una mente enferma que
decidió quitarles el derecho a la vida que todo ser vivo merece.
Por otra parte hay otras millones de víctimas que tienen nombres y apellidos a los que empresarios sin escrúpulos y sin vergüenza alguna les roba el derecho a una vida digna.
Por otra parte hay otras millones de víctimas que tienen nombres y apellidos a los que empresarios sin escrúpulos y sin vergüenza alguna les roba el derecho a una vida digna.
Sí, me refiero a
esos niños que a partir de los diez años, en vez de ir al colegio
como cualquier niño occidental, trabajan frente a una máquina de
coser en talleres clandestinos diez
o más horas al día, por un sueldo mínimo y en terribles
condiciones.
Pero ante esta
situación esclavista y claramente genocida hay culpables. Culpables
que visten de chaqueta, culpables que ostentan importantísimos
cargos en el complejo campo de las finanzas. Culpables que bajo la
excusa de ofrecerles un futuro mejor, los explota en pésimas
condiciones.
Los matan en vida, privándolos de la tierna infancia que todos merecemos vivir.
Los matan en vida, privándolos de la tierna infancia que todos merecemos vivir.
Nos olvidamos de que esos niños hacen las camisetas y pantalones que
lucen nuestros hijos.
Nos olvidamos que tras esas bonitas y baratas camisetas de Zara
hay sangre, sudor y lágrimas de miles de pequeños inocentes.
Lo peor es que empresarios tan reconocidos y prestigiosos como Amancio Ortega acaban con
cualquier posibilidad de bienestar de esos miles de niños aprovechándose de su situación, y
convirtiéndola en una continua pobreza crónica e irreversible, que sin embargo, enriquece en forma
de plusvalía a unas pocas manos avariciosas y por supuesto tan asesinas como José Bretón.
lucen nuestros hijos.
Nos olvidamos que tras esas bonitas y baratas camisetas de Zara
hay sangre, sudor y lágrimas de miles de pequeños inocentes.
Lo peor es que empresarios tan reconocidos y prestigiosos como Amancio Ortega acaban con
cualquier posibilidad de bienestar de esos miles de niños aprovechándose de su situación, y
convirtiéndola en una continua pobreza crónica e irreversible, que sin embargo, enriquece en forma
de plusvalía a unas pocas manos avariciosas y por supuesto tan asesinas como José Bretón.
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