ENTREVISTA
A AITOR MERINO, ACTOR DE CINE Y TEATRO Y CO-DIRECTOR DEL DOCUMENTAL “ASIER ETA
BIOK”
Aitor Merino (Donosti, 1972) es un actor de cine y teatro
que triunfa en Madrid con “Smiley” pero
que se dio a conocer con películas como “Historias del Kronen” de Montxo
Armendáriz y en diferentes series de
televisión. Ha dirigido junto a su hermana Amaia Merino su primer documental
“Asier eta Biok” muy bien acogido aunque no exento de polémica.
“En la película
hablamos de la violencia. De violencia empleada con fines políticos. Pero por
encima de todo, trata sobre la amistad. La violencia y la amistad son temas
universales”.
Eduardo Nabal: Hola Aitor. ¿Qué tal?
Lo primero gracias por tu tiempo (ya sé que andas arrasando en Madrid con la
comedia romántica “Smiley” (del autor
catalán Guillén Clua) y enhorabuena por tu documental, realizado junto a Amaia
Merino ¿Cómo os repartisteis el trabajo?
Aitor Merino: Amaia y yo somos,
además de mejores amigos, hermanos. Pero “Asier ETA biok (Asier Y yo)” no la
hemos hecho los dos solos. Es un trabajo de equipo. La tercera pata del
proyecto es Doxa Producciones, con Ainhoa Andraka a la cabeza. Entre Amaia y
yo, más que reparto de tareas, ha habido unas tareas compartidas. Nos
entendemos de maravilla. Escribir el guión y elaborar la base del montaje del
filme ha sido cosa de ambos (si bien el montaje lo ha realizado Amaia). Pero en
todo este proceso, la importancia de Ainhoa, como productora, también ha sido
esencial. No se ha limitado a las labores de producción, sino que ha
participado de todas las fases creativas, incluidos el guión y el montaje.
También ha participado Gabriela Calvache (Cineática films), de Ecuador. Por más
que sea un documental de bajo presupuesto, levantar un proyecto cinematográfico
requiere mucha inversión, tanto en dinero como en trabajo. Han sido tres años
muy intensos.
E.N: El documental es ameno,
desenvuelto y refrescante pero trata un tema tabú donde los haya. El terrorismo
de ETA. ¿Sabías donde te metías y hasta donde querías llegar?
A.M: Sí, sabíamos
que es, quizás, el tema más delicado en el que puedas meterte. Levanta pasiones
muy fuertes, casi todas, lógicamente, negativas, independientemente del lado
que provengan. Pero la película no trata sobre el terrorismo. De hecho, esa
palabra no aparece en ningún momento del filme. Ni cuando nos referimos a ETA
ni cuando mencionamos a los GAL. En la película hablamos de la violencia. De
violencia empleada con fines políticos. Pero por encima de todo, trata sobre la
amistad. La violencia y la amistad son temas universales
E.N: Tienes un precedente que es el
documental de Julio Medem que intenta “acercar posturas” pero yo prefiero
“Asier eta Biok” porque es mucho más dinámica, fresca y natural- ¿Te lo planteaste o salió de esa manera, lleno de humanidad y
con cierta ironía?
Aitor M: Nunca nos
interesó hacer una película a modo de reportaje periodístico en la que los
protagonistas se sientan frente a cámara a responder preguntas. Cuando supe que
Asier sería liberado, tomé una cámara y comencé a grabar el mismo instante en
el que abandonó la prisión; el reencuentro con la familia, la reincorporación a
la vida en libertad, etc. Después, las cosas se fueron complicando y terminó
siendo un documental autobiográfico sobre nuestra amistad y sobre cómo ha
afectado a ésta la pertenencia de Asier a ETA. Lo grabé cámara en mano, y lo
que aparece son situaciones reales y espontáneas, incluso las más intimas.
E.N: ¿Cuando te planteaste hacer el
documental? ¿Cuándo Asier volvió fue detenido por última vez o ya tenías la idea en mente de rodar algo
sobre tu amigo buscando razones, preguntas, posibles respuestas etc?
A.M: Bueno, no lo
pensamos cuando Asier volvió a ser detenido por última vez porque…
desgraciadamente, la última vez ocurrió en la misma semana del estreno del
documental en salas comerciales, en enero de este mismo año. Ese hecho
desbarató todos nuestros planes, fue totalmente inesperado. Más aún teniendo en
cuenta las razones de su encarcelamiento: haber trabajado como intermediario
entre el colectivo de presos y distintos organismos sociales y políticos. Una
labor que hizo de manera pública después de salir de prisión en 2010 y que dio
como resultado que dicho colectivo asumiera la legalidad penitenciaria
española, algo que se les reclamaba desde hacía años. Según el juez, dicha
actividad es (presuntamente) constitutiva del delito de pertenencia a banda
armada, y por ello Asier y otras siete personas (la mayoría abogados) fueron
detenidas y encarceladas sin posibilidad de fianza. Actualmente está en la
cárcel de Aranjuez a la espera de juicio.
La idea del
documental surgió meses antes de que Asier cumpliera su pena de prisión en el
Estado francés, tras haber pertenecido a ETA en el año 2002 (aquella vez sí se
integró en ETA, tal y como él mismo reconoce abiertamente). Mientras estaba en
la cárcel, a pocos meses de que terminara de cumplir su condena, Amaia tuvo la
idea de hacer algún tipo de trabajo sobre él. La idea quedó flotando en el aire.
Después, los acontecimientos se precipitaron. Un día de julio de 2010 me llamó
la familia de Asier informándome de que, sorpresivamente, lo liberarían al día
siguiente. Yo estaba en Madrid. No tenía cámara, así que llamé a varios amigos
para pedirles una, pero nadie pudo ayudarme. Bajé a una tienda y la compré
tirando de tarjeta de crédito. Dejé los planes que tenía en Madrid y tomé varios
trenes hasta llegar a Figueres, cerca de la frontera, donde fue liberado. Asier
no sabía absolutamente nada, ya que evidentemente uno no puede llamar por
teléfono a una persona encarcelada para informarle de que quiere grabar un
documental. Así que, aprovechando la coyuntura, me escondí tras un seto y
comencé a grabar a hurtadillas el instante en que se abraza por primera vez a
sus seres queridos, tal como se ve en la película. Después le conté la idea,
claro, e iniciamos este viaje que aún continúa, pues la película sigue viajando
por festivales de todo el mundo.
E.N: La izquierda abertzale fue durante
mucho tiempo acusada (con razón o sin ella) de ser el “entorno de ETA”. En
otros lugares se veía que había un discurso de lucha radical y social en las
calles que iba más allá del independentismo y abarcaba otros frentes. Eso si llegó a algunos, incluso desconfiados
del nacionalismo y los nacionalismos de
cualquier parte.
A. M: El
apoyo tácito de la izquierda abertzale a la violencia de ETA lo ha manchado
todo durante demasiados años. Pero por fin han dejado de usar esa estrategia.
Ojalá lo hubieran hecho mucho tiempo antes, evitando tantísimo daño
irreparable.
E.N: Hay voces muy feroces contra cualquier
tipo de nacionalismo independentista. Incluso hay quienes dicen que se cura
viajando. ¿Tú crees que la identidad cultural es algo importante que, en
concreto, al pueblo vasco se le ha negado, igual que su derecho a la
autodeterminación, dominados por una fuerte oligarquía? La polémica se amplió
porque hubo voces de intelectuales y políticos un poco oportunistas que
aprovecharon para atacar al pueblo de Euskadi sin escucharlo.
Bueno,
es que la oligarquía no se ha distinguido nunca precisamente por escuchar a la
gente, sino más bien por valerse de ella en beneficio propio. A mí la palabra
“patria” me produce urticaria, pero no comprendo que no se deje a los pueblos
decidir su futuro. Y más allá de la creación o no de nuevos Estados, el asunto
de fondo es el de siempre: Quiénes ostentan verdaderamente el poder, cómo lo
gestionan, y en beneficio de quién. Dar un vuelco a ese estatus quo es lo
prioritario.
E.N: La escena más dura de la película es,
a mi entender, la de Asier con su madre. Tú en tu documental revelas algunos
mecanismos interesantes como provocar una discusión pero ¿Cómo se comporta una
persona que conoces delante de una cámara? ¿Dice siempre lo que piensa o piensa
siempre lo que dice? Porque supongo tiene que ser difícil ser espontáneo y no
callar cosas.
Aitor
M: Esa escena en concreto sucedió en la cena de nochevieja. Era la primera
nochevieja que Asier pasaba con su madre tras casi ocho años encarcelado. Yo me
limité a cenar y conversar como amigo de la familia que soy, eso sí, siempre
con la cámara en mano, grabando. Y cuando pregunté a la madre de Asier cómo
había vivido ella la pertenencia de su hijo a ETA, lo que ocurrió no podría
haberlo previsto. Es cierto que la presencia de una cámara impone siempre, y que
de alguna manera condiciona las conversaciones. Pero te puedo asegurar que en
esa escena en concreto, lo que ocurrió fue totalmente espontáneo. En esa
discusión entre madre e hijo, de tan acalorada que fue, estoy seguro de que
ambos se olvidaron de que yo estaba grabando. Por eso tiene la fuerza que
tiene. Lo mismo ocurre en la escena en la que le cuento a Asier, en el monte,
una pesadilla que tuve días antes, y que tiene que ver con mi miedo a que él
fuera capaz de emplear la violencia con sus propias manos. Asier no sabía que
le soltaría algo tan fuerte, que ni siquiera le habíaplanteado sin una cámara
delante, y por tanto su respuesta fue como fue: impredecible y, para mí,
sorprendente. Es lo que te decía de los documentales en los que una persona se
pone a responder preguntas frente a la cámara, sin más: que las respuestas
pueden sonar a discurso, a perorata. Y eso no nos interesaba para nada. Además,
hay que tener en cuenta que Asier y yo somos amigos desde la infancia. No son entrevistas,
sino situaciones reales entre personas que, aunque no estén de acuerdo en
algunas cosas importantes, se quieren.
E.N: ¿Rechazaste cosas por miedo? No es
necesario que me lo cuentes si no quieres pero todos los documentales suelen
tener bastante material que no aparece de cara al público. Por repetitivo,
fallido o por otras razones.
A M: No,
no hemos descartado absolutamente nada por miedo. Hemos hecho la película con
total libertad. Solo hay una secuencia en la que hemos tapado los rostros de la
multitud (cuando Asier es recibido en las calles de Pamplona) para que no
puedan identificarse sus rostros. Y hemos puesto un pitido en otro momento en
el que una amiga dice, literalmente, que se caga en el rey de España, pues constituye
un delito de injurias a la Corona, y tampoco queríamos poner en apuros a esta
amiga. Además, hemos enfatizado el pitido y el borrado de sus labios al decirlo
para que sea evidente que optamos por autocensurarnos, con la idea de dejar en
evidencia lo absurdo de tener que hacerlo. Por lo demás, te aseguro que no nos
hemos cortado un pelo.
E.N: Históricamente al pueblo vasco, aunque
también el catalán, se le han negado derechos básicos como hablar su propia
lengua o incluso una vida y forma de expresarse dignas. En fin, que ha sufrido
racismo pero ¿nadie se ha planteado una vía no violenta de solucionar el tema o
está siendo todavía dificil? ¿Crees que hay presos por ideología o lo son por
acciones demostrables?
A.M: Me haces
muchas preguntas en una y no sé si sabré responder, la verdad. Por partes: No
creo que racismo sea la palabra para definir lo sufrido por el pueblo vasco,
sino imperialismo. El Estado español se ha construido, históricamente, en base
a anexiones entre reinos y la expansión a otras tierras. España lleva el
imperialismo en su ADN. Se perdieron las colonias (la España más rancia aún las
llora). Pero dentro del propio Estado, algunas anexiones tampoco han sido
precisamente acordadas (quizás sí entre los dirigentes, eso no lo sé; pero
desde luego no por sus ciudadanos), sino producto de la imposición y la fuerza.
Este punto de vista diferirá, por supuesto, dependiendo de qué historiador
defienda tal o cual versión… aunque ya se sabe que la predominante suele ser la
de los vencedores. En cuanto al empleo de vías no violentas para lograr el
derecho a la autodeterminación, o a decidir, como se le llama ahora, en
realidad, exceptuando a ETA, en las últimas décadas en Cataluña, Galicia o
Euskal Herria la mayor parte de las propuestas nacionalistas han sido no
violentas. Y ahora, al fin, ni siquiera ETA apuesta por dicha vía. Respecto a
si hay presos por ideología…
Técnicamente, no sé si ese término es el correcto, la verdad. Pero sí
hay muchos presos (el propio Asier entre ellos, o también Arnaldo Otegi, por
citar al más conocido) que lo están por haber realizado actividades
exclusivamente políticas. Y a día de hoy hay pendientes aún multitud de causas
abiertas contra personas y grupos que han realizado actividades políticas, que
gusten o no, son –insisto-, únicamente políticas. No se persigue tanto la
ideología como el proyecto que se defiende o por el que se trabaja. La excusa
para encarcelarlos es la existencia de ETA; se les acusa de pertenecer o
trabajar para ella, y a partir de ahí, ancha es Castilla. Con una opinión
pública española que, alentada por los grandes medios de comunicación, aplaude mayoritariamente
las muestras de mano dura por parte del Gobierno de turno contra lo que
denominan “los tentáculos de ETA” (y donde cabe lo que a ellos les conviene en
cada momento), nadie protesta ni se lleva las manos a la cabeza. Salvo en
Euskal Herria, donde este tipo de políticas se ven cada vez con mayor rechazo,
pues son percibidas como un torpedeo al proceso de paz. Y la gente quiere pasos
hacia delante, está harta. Yo estoy hasta las mismísimas natrices de repetir lo
mismo en todas las entrevistas, porque veo que va a saco roto. Aquí, en Madrid,
en mi querida ciudad, a la mayoría de la gente le importa un rábano que mi
amigo Asier esté en la cárcel por realizar una labor en pro del proceso de paz
(aunque explicar las razones políticas subyacentes es más complejo). Sí, él
perteneció a ETA hace más de una década. Pero ahora su apuesta por emplear
cauces democráticos es absolutamente firme. Cuando cuento la razón por la que
está encarcelado, percibo que no me creen, incluso algunos de mis amigos me
escuchan con desconfianza. Tampoco les importa que, de manera arbitraria y
cruel, la familia de Asier tenga que recorrer mil kilómetros (500 de ida y
otros tantos de vuelta) para visitarlo, arriesgándose cada fin de semana en la
carretera e imposibilitando una vida medianamente normal. Cuando Asier estuvo
encerrado en París, su tía abuela no pudo visitarlo en ocho largos años, porque
era demasiado anciana para recorrer una distancia semejante. Y así, cientos de
familias vascas (muchas de ellas con el familiar preso aún más lejos que Asier,
en Andalucía o Canarias). Ni los grandes medios españoles, ni los medianos; ni
los grandes partidos, ni los medianos, se mojan sobre esta situación. Es desesperante.
E.N. ¿Ha visto Asier el documental? ¿Crees
que habrá segunda parte o ya has dicho lo que tenías que decir?
A.M: Sí,
Asier pudo ver la película antes de ser encarcelado de nuevo. Para él ha sido
un proceso muy, muy difícil. Precisamente porque la película no es un retrato
complaciente, y porque las situaciones que se muestran son tan comprometedoras,
además tratándose de un tema tan delicado que no solo le afecta a él, sino a
toda su familia y allegados. Poco después del estreno, en la primera visita que
le hice a la cárcel de Aranjuez en la que está encerrado, se lo comenté medio
en broma y me contestó que no se volvería a embarcar en algo así de nuevo ni
por todo el oro del mundo.
E.N: Participas en una obra
clave dentro del llamado, bien o mal, “teatro gay” de hoy. “Smiley, otra
historia de amor”. ¿Cómo es el trío formado por Merino, Pujol y Clua? ¿Conocías la labor del actor al que
sustituyes? Está visto que estás dispuesto a llegar al público por encima de
prejuicios todavía vigentes.
A.M.:
Está siendo una experiencia maravillosa. Después de dirigir la peli, este
personaje me ha caído como un auténtico regalo del cielo. Es una obra
inteligente, tierna, y muy, muy divertida, tanto para el público como para
quienes la representamos. Pero te diría que en realidad, “Smiley” no es una
obra de “teatro gay”, sino simplemente una historia de amor entre dos personas…
que resultan ser del mismo sexo, en este caso, dos hombres. No hay ningún
énfasis en ello, y ahí radica, en parte, el enorme éxito que está teniendo. El
público que abarrota la sala cada fin de semana está compuesto por personas de
lo más variopintas, y se ríen y emocionan por igual, independientemente de su
condición sexual. Ya en Barcelona fue un exitazo. Allí mi personaje (Bruno) lo
interpretaba Albert Triola, y ganó un Premio Butaca por su gran trabajo. Bueno,
ahora que me doy cuenta, he dicho “mi” personaje, jajaja, pero ya ves, también
lo fue “suyo”. Digamos pues, mejor, que Bruno se ha encarnado en mí. En fin,
ningún personaje pertenece a ningún actor. ¿Cuántos han interpretado a Hamlet?
Y cada uno de forma distinta y genuina, seguro. Pero Hamlet es siempre Hamlet. En
cuanto a Guillem Clua, no solo es un gran autor. También es un director
increíble, inteligentísimo. Y Ramón Puyol, que interpreta a Alex, un actorazo y
un compañero generoso y paciente (¡porque hay que serlo para aguantarme)! Quisiera
mencionar también a Nicolás Belmonte, nuestro productor, que ha hecho una apuesta
muy fuerte para que podamos disfrutar de este proyecto en el teatro Maravillas
de Madrid. Igual que el cine, el teatro es un trabajo de equipo. Y nosotros lo
estamos disfrutando como locos. Definitivamente, soy una persona con muchísima
suerte.
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