sábado, 28 de mayo de 2016

UNA MALA NOCHE LA TIENE CUALQUIERA, EDUARDO MENDICUTTI

Después de haber leído el libro de Eduardo Mendicutti Los novios búlgaros, del que hablaré muy pronto en este blog, y estando ahora inmerso en la lectura de Una mala noche la tiene cualquiera, quería destacar lo más interesante que me parece de este escritor: su capacidad por usar expresiones y palabras, así como emplear una forma de hablar típica de Cádiz

En cualquier párrafo, por pequeño que sea, hay varias expresiones que solo los naturales del sur y, concretamente, de la provincia de Cádiz, conocemos bien su significado y hemos empleado alguna vez.
Mientras leía no podía parar de reír, marcaba los párrafos en los que el lenguaje gaditano estaba más presente, y decidí hacer una entrada en el blog para compartir estos párrafos.

Os dejo aquí algunos párrafos. No es necesario saber exactamente de qué va la historia, pues el lenguaje empleado, las expresiones... Os absorberán.
Sin embargo, os dejo un breve resumen:  

Alegre historia la de La Madelón, travestido andaluz, comunistoide, solidario, dicharachero, tierno, emotivo y lúcido que se descompuso la noche del 23 de febrero de 1981, nada más enterarse de la toma del Congreso por la Guardia Civil. Envueltos por el habla preciosa de la gente del Sur, aquí están sus peripecias de aquella noche, sus ocurrencias, sus recuerdos de otros tiempos. Aquí, en esta fervorosa declaración de amor a la libertad, están, en cierto modo, todos aquellos españoles que, durante años, tuvieron que vivir en la clandestinidad por razones políticas, culturales, económicas o sexuales y que, durante aquella noche fatídica, ante la posibilidad de un golpe de Estado, volvieron a temer por su derecho a vivir a su aire.



"(...) Cuando las últimas elecciones, con todo aquel mogollón del censo y la madre que los parió, servidora movió cielo y tierra para poder votar en Madrid, que aquello de hacerlo por correo no me merecía confianza ninguna, y me presenté en mi mesa electoral, la que me correspondía, a media mañana, cuando había más barullo, hecha un brazo de mar, que fue una sensación, y eché la papeleta del Partido Comunista y lo dije en voz alta: "Yo voto comunista". Fue divino. El interventor del partido no sabía donde meterse; el muchacho estaba como un tren, todo hay que decirlo, que el rojerío siempre ha dado muy buen género. En la mesa había una monja de presidente, que ni a cosa hecha habría salido más propia, y a la pobre le dio como un paralís, no hacía más que mirar la foto del carné de identidad, que no se lo creía, por lo visto; "Mire, madre", tuve que decirle, "es que servidor es artista, aquí lo pone, pero debajo de toda esta decoración está Manuel García Rebollo, para servirle". Y me dejaron votar."

"(...) O sea que me fui poniendo sentimental: empecé a mirarlo todo muy dramática, muy despacito, como en el cine, y se me saltaban las lágrimas sólo de pensar que a lo mejor ya, a estas horas, auquello era lo único que me quedaba, aquellos cincuenta metros cuadrados, mi tresillo tapizado con telas marroquíes, mi mesa camilla -que por mucha calefacción central que le echen a una, nada habrá como una mesa camilla para las noches de invierno (a falta, por supuesto, de un buen chulo que le eche leña al fuego de tus entrañas, como diría una amiga mía, La Pizqui, empeñada en hacerle la competencia a don Rafael de León)-, mi aparador de mimbre con sus estanterías a juego -en los anaqueles, tres o cuatro novelas de mucho loquerío-, el picú, como dice La Begúm cuando se olvida de lo finísima que es, y música para sobrevivir: Vikki Carr, Mina, la Jurado... Qué se le iba a hacer. A lo mejor, ya todo lo que me quedaba era aquello: cincuenta metros de libertad"

"Di un respingo. De verdad que di un respingo. Y qué coraje me entró conmigo misma. Allí estaba yo, rancia como una cotuga, desangelada como un inglés vestido de faralaes, lacia como el buche de un fraile en Cuaresma, desaboría como un chino en remojo. Vergüenza tenía que darme. Allí estaba yo, resignada; o, lo que es lo mismo, cobarde, babieca, ruin, babosa. Y el Tejero, mientras tanto, dándose el pisto de machirulo. Como si hubiera que tener muchas agallas para hacerles frente, con sus buenos pistoleros, a unos señores tan cultos, tan finos y desarmados completamente -a mí el presidente del Congreso es que me encantaba, con una facha estupenda y aquellos ojos de dulce; para el catre, la verdad, no era mi tipo, pero para ponerlo así, tan planchadito él, en el recibidor y que te contase el último cotilleo de los políticos, me habría chiflado-, no hay que ser muy macho, la verdad. (...)".

"Nunca me olvidaré de aquel domingo, cuatro de diciembre, Día de Andalucía, en la Plaza de Santa Ana. Ni el tiempo lo pudo estropear. Llovía a cántaros, que también fue fatalidad, que en un día así debería lucir un sol de justicia y nunca mejor dicho -"Justicia para el País Andaluz", decía la pegatina que servidora, La Madelón, se pegó directamente en el escote. Y yo me sentía medio soviética; una siempre ha sido bastante roja, la verdad, pero en cuanto me mientan mi tierra soy más roja que nadie (...)"


Eduardo Mendicutti

"Ahora, hasta podíamos meternos nosotras en política sin que pasara nada. Y eso era lo que yo le decía: "Querida, hay que echarse a la calle y armarla, que ya va siendo hora". Pero La Begum decía que no, que el gentío es una ordiniariez y ella lo tenía superado. "Pero es que yo tengo una idea divina". Y ella: "Que no, mona. Que tú a mí no me lías". Y por más que yo intentaba que me escuchase y no fuera lacia, ella se cerraba en banda y que no y que no. "Pero vamos a ver, ¿tú sabes cómo es la bandera andaluza?". Y ella dijo la mar de orgullosa, como si supiera trigonometría: "Blanca y verde". Y entonces, aprovechando que ella tenía el ánimo subido y estaba en buena disposición, le expliqué mi ocurrencia: "Pues, guapa, se me ha ocurrido que nos echemos a la calle, el Día de Andalucía, con unos hermosísimos trajes de volantes. Trajes de flamenca. Batas de cola. Y con los colores de la bandera. ¿No es de cine? Trajes verdes con lunares blancos, o trajes blancos con lunares verdes; mira, eso lo dejo a tu gusto".

"Ay, los uniformes... A mí es que me privan los uniformes. Desde siempre. De toda la vida. Desde que era un renacuajo y se me iban los ojos detrás del municipal que dirigía el tráfico en la calle Ancha, frente a la plaza Cabildo. ¡Todo por un uniforme! Mi reino de plumas y ligueros, de cremas carísimas, de perfumes de importación, por un uniforme. De alguna parte tenía que salir mi nombre de guerra: La Madelón. Ay, los uniformes... La Madelón es dulce y complaciente, La Madelón a todos quiere igual; da su amor a todo el frente, del soldado al general. Ay, La Madelón: muerta en la bañera por un paracaidista"

"Empezaron a bajarse grises de los yips, que aquello era una exageración -ni que fueran camino de Brunete-, y una pareja se acercó a nosotras, al grupo donde bailábamos. Y uno de los policías, joven y muy moreno, algo apurado, guapísimo, con media sonrisa amable y la otra media preocupada dijo: "Venga, ya es la hora, hay que dejarlo". Y lo dijo el gachó con un acento de Graná que no podía despintársele. Y a mí con aquello me entró una emoción que no lo pude evitar, me planté en jarras delante del muchacho, yo la mar de jacarandosa, y se lo eché en cara: "Hijo de mi alma, si tú lo que tienes que hacer es echarte una bulería, que tú también eres de por allí...". Y a la criatura media sonrisa se le puso dichosa y la otra media se le puso triste, y tuvo que darse media vuelta. A mí me dio mucha lástima".


He destacado en negrita las expresiones que más me llamaron la atención. No conozco el orígen etimológico de las mismas, y quizás se empleen en muchos más sitios que Cádiz, pero no solo se trata de expresiones, pues la forma de hablar es muy típica en Cádiz, es una forma indescriptible de explicar las cosas, de la forma de dar ejemplos, de ofrecer descripciones, de señorismos. Y esa forma de hablar junto a expresiones como lacia, desaborido, la mar de, a una, etc, han hecho que este libro me absorba completamente. Os recomiendo su lectura, y en breve hablaré de Los novios búlgaros.



 

A los que no sois del sur, ¿qué expresiones no conocíais? ¿cuáles os ha costado entender más? ¿hay algunas que no entendáis? 
Los que sois de otra provincia de Andalucía, ¿qué os ha parecido?
¿Qué expresión os ha hecho más gracia? 




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