Los Kibbutzim israelíes fueron una experiencia de colectivización de la agricultura y de vida comunitaria que duró décadas.
Apartando la crítica que comúnmente reciben estas interesantes comunas,
tales como su sionismo practicante, la ayuda que proporcionaron a la
formación del actual criticado Estado de Israel, etc..., es interesante
analizarlo como modo de producción económico y sistema de organización
social alternativo al capitalismo.
Los kibbutzim fueron creados sobre 1910 por un grupo de revolucionarios
rusos que, una vez fracasada la revolución de 1905, viajaron por lo que
hoy conocemos como Israel para crear un mini-socialismo dentro del
capitalismo que existía en el resto de Europa.
Cada Kibbutz puede tener una población entre 100 y 1000 personas, aunque
en sus comienzos, solo hubo un kibbutz, en el que vivían 12 personas.
Sin embargo, no tardó mucho esta idea en correr como la pólvora, y
muchos kibbutzim se fueron formando alrededor de todo Israel, llegando a
existir 270 kibbutzim y una población total de 120000 habitantes.
Los principios básicos de los Kibbutzim son los siguientes:
-Centralidad en el trabajo agrícola, como primordial. Aunque con los años, se empezarían a realizar otras actividades.
-Propiedad colectiva, de medios de producción, servicios y
bienes. En los primeros años, el espíritu colectivizador llegó al punto
de que los niños durmieran todos juntos. Con los años, esto cambió.
La ropa también era colectiva: cuando alguien ya no quería una prenda, o
le quedaba mal de talla, era devuelta al almacén colectivo, donde iba
quien necesitara alguna prenda.
-Salarios igualitarios, dependiendo de las necesidades de
cada uno, en función de variables como el número de hijos,
independientemente del puesto que tenga (cocinero, agricultor,
Secretario General...)
-Trabajo propio. Los trabajadores debían de ser los
propietarios de los medios de producción para evitar la plusvalía. Por
tanto, no se aceptaba trabajo externo.
-Rotación de puestos. Los altos puestos debían rotar entre los miembros.
-Decisiones democráticas. Todas las decisiones importantes eran tomadas en asamblea, en la que podía participar cualquier miembro que lo deseara.
-Judaísmo cultural. Las festividades culturales judías
eran muy importantes, y enfatizan los significados agrícolas como
conectores entre Dios y el hombre.
Obviamente, no vamos a dejar de lados los problemas que tuvo esta forma de organización socio-económica:
-Al pretender resistir dentro del sistema capitalista, éste lo acabó
absorbiendo, hasta el punto de que hoy día, desde hace unas dos décadas,
los kibbutzim han sufrido cambios serios tales como la existencia de
trabajo exterior a personas que no pertenecer al kibbutz y por tanto, el
trabajo asalariado; la existencia de salarios diferenciados; la propiedad privada.
-Los kibbutzim no estaban libres de conductas patriarcales:
las mujeres se dedicaban generalmente a las "tareas" que históricamente
se han dedicado a las mujeres, como el cuidado de niños, la cocina,
etc...
Obviamente esto era de esperar. El socialismo no puede darse de forma
aislada. Tarde o temprano, cuando el capitalismo quiera, acabará con esa
forma de organización. Ni el "socialismo en un solo país", ni las
comunas urbanas de Barcelona, ni las comunas Israelíes que acabamos de
mencionar, ni el proyecto de economía alternativa implantado en
Marinaleda (Sevilla) desde hace treinta años, etc... pueden resistirse
de forma indefinida al capitalismo: en un planeta globalizado es
imposible crear alternativas socialistas exitosas; dichas alternativas,
solo sirven para dar a conocer que otra forma de vivir es posible, que
el capitalismo no es la única opción, ¡y mucho menos el binomio que nos
cantan los liberales de "capitalismo o stalinismo"!
Durante la década de los sesenta, cuando los kibbutzim tuvieron gran
apogeo y llegaron a crearse doscientas comunas, miles de jóvenes de toda
Europa emigraron para allá con el fin de vivir experiencias
alternativas; bien de forma indefinida, o bien temporalmente, a modo de
voluntariado. De hecho, la población total se multiplicó por tres en una sola década.
Es curioso señalar que, mientras que muchos jóvenes emigraron a las
comunas para vivir de forma más libre, muchos de sus hijos, serían
emigrantes a Tel Aviv y a las grandes ciudades.
En la actualidad siguen existiendo kibbutzim, pero con las
modificaciones que antes he mencionado. Sin embargo, alguna que otra
comuna sigue manteniendose más fiel a la tradición histórica y a los
ideales socialistas.
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