martes, 28 de enero de 2014

FLASHBACK, por María Pimientos.

La escritora y asesora gastronómica María Pimientos nos deleita con un relato corto de marcado carácter político, pero que no olvida la literariedad del texto y la estética, la belleza, que produce en nosotros aquel extraño ser que llamamos literatura.

Hubo un tiempo en el que había que ir a Londres. Años más tarde en muchas ciudades y en casi cada comunidad, cabía la posibilidad de, clandestinamente y previo pago de una suma económica, abortar. Siempre que se dieran, claro está, ciertas condiciones y requisitos. 

LA FALTA

1987

El pecho duro, somnolencia, apetito inusitado. La regla no hace acto de presencia. Te temes lo peor, es más, algo en tu interior te dice que si, que esta vez te has quedado.
Más asustada que otra cosa acudes a la farmacia a “hacerte la prueba”. Rezas cuanto sabes por que salga negativa. Ya te gustaría que la situación fuera otra, pero lamentablemente no cabe la posibilidad de tener hijos ahora.

Azul. El resultado es azul.

LA CERTEZA

Estás embarazada. Casi inmediatamente sientes la necesidad de solucionarlo, eres consciente de que no lo puedes tener; donde no come uno no comen dos. Es como una lucha interior en la que hay varios frentes, cada cual con su estandarte, con sus tropas, sus razones y tu eres el campo de batalla. Pase lo que pase, gane quien gane, terminarás destrozada.

LA DUDA

En ocasiones tus “Pepitos Grillo” te atormentan precipitándote a sensaciones que te engullen hasta casi el descontrol. Ora un exacerbado romanticismo, ora un tajante realismo. Las hormonas andan revueltas, todo parece conjurarse contra ti, la ansiedad comienza a hacerse insoportable.

LA DECISIÓN

Las circunstancias te obligan a tomar la única decisión posible. Abortar es una de las más duras y difíciles decisiones que una mujer debe tomar en su vida. Estés sola o no lo estés, ante esto estás sola, por mucho apoyo que tengas. Es tu decisión. Es tu responsabilidad.

LA INTERVENCIÓN

Sientes miedo. Te tiemblan las piernas, estás muy asustada. Tras un largo viaje durante el cual, en tu estómago parece haberse librado una auténtica pelea de grillos, llegas a la clínica. La sala de espera es aséptica, fría. Colgados en las paredes algunos cuadros impersonales, un centro de mesa con flores de plástico, un revistero abarrotado de publicaciones sobre cardiología y obstetricia. Se abre la puerta y te nombran. Ha llegado la hora.
Antes de pasar a quirófano hay que despachar el papeleo. Te hacen muchas preguntas, debes leer y firmar. No estás de acuerdo con lo que firmas pero, entiendes que esto es ilegal y ellos, deben cubrirse las espaldas. Además, estás deseando acabar con esto. Firmas y entregas el dinero.

La mesa de operaciones es terrorífica. Está fría. Cuan pequeña e indefensa te sientes allí tumbada, bajo los focos. Desnuda, abierta, atada.

Raspan tus entrañas, te absorben el interior por medio de un tubo introducido hasta tu vientre. Dolor. Tus lágrimas se deslizan descontroladas, no sabes cuanto tiempo más aguantarás. Es un sufrimiento horrible.

EL “POSTPARTO”

Tras unas terribles horas todo ha acabado. Bueno, todo no. Tu cuerpo pasa meses confundido, herido. Tu mente se hace preguntas. Se afianzan certezas, se corroboran realidades. Algo ha cambiado, es una experiencia que pesa, no pasa sin pena ni gloria. Has de pagar un alto precio por continuar con tu vida.

Abortar no es un capricho.

Se trata de una situación con un matiz dramático intrínseco. En este trance la ilegalidad, la clandestinidad, la falta de apoyos, la carencia de ayuda, solo hacen empeorar la situación y hacerla más dramática, si cabe. Es necesario, por lo tanto, que se trate como una patología más; la mujer que acude a que se le realice un aborto necesita, como la que lo hace a extirparse las amígdalas, estar rodeada de profesionales que se ocupen de ella.Y de la "moralidad" debe ocuparse cada cual en la intimidad. No olvidemos que son los mismos que hacen las leyes, los que están convirtiendo esta sociedad en inmoral, permitiendo y propiciando el hambre, la corrupción, el abuso de poder... La injusticia.

Es una necedad retroceder. No debemos dejarnos someter a esta obtusa filosofía del miedo y el pecado que nos tratan de imponer. No tendríamos que volver a tener que pedir permiso. No debemos permitir la dictadura, otra vez…



Pero seguiremos yendo a Londres,. si es preciso... 


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